Los pergaminos de Fray Leandro encierran una excelente
historia sobre el reino de Acrusia que se ha perdido de la mente de todos. Este
fabuloso reino estuvo azotado por fuertes luchas internas por el poder en
tiempos del Relojero, pero no los aburro más con mi prosa simplona. A continuación
reescribo los datos que se pudieron recuperar de uno de los pergaminos de este
fraile historiador.
Acrusia era un hermoso reino enmarcado entre un frondoso
bosque que era por todos conocido como el bosque de Antifaz y una cadena
montañosa que recibía el ridículo nombre de los picos de Pitrofio. Justo en el
centro de estos dos parajes naturales se encontraba la ciudad capital de
Acrusia. Esta ciudad fue fundada por el rey Primigenio II en el año 1134, según
cuenta la tradición. El año de la fundación de esta ciudad se comenzaron los
preparativos de la creación del muro protector que la iba a rodear. Este muro
tardó 50 años en terminarse y el rey Primigenio II no tuvo la dicha de verlo
finalizado al morir tan solo tres años antes. Su hijo el glorioso monarca Tarso
I fue quien terminó el muro.
Este muro era el más portentoso que habían visto ojos
humanos en todo el territorio de Acrusia. El muro estaba formado por seis
gruesas paredes que rodeaban toda la ciudad en un hexágono perfecto. Cada una
de los muros tenía un grosor de diez metros en su parte más baja para terminar
con cuatro metros en la parte más alta. En cada una de las uniones de dos muros
se encontraba un torreón con almenas con una altura de 25 metros desde donde se
alcanza a observar todo el paraje que rodea a la ciudad.
El castillo del rey que se encuentra dentro de los muros de
la ciudad en la colina real es una de las edificaciones más majestuosas de todo
el reino. En la actualidad, después de que Acrusia fuera dividida, es habitado
este castillo por el Archiduque de Acrusia que es quien regenta la ciudad a la
falta de un legítimo rey. Cada uno de los monarcas del dividido reino vive en
su castillo que se encuentra en la ciudad que han elegido como capital.
El sol ya se mete detrás de las montañas de Pitrofio y la
luz comienza a menguar en mi lúgubre celda. Mañana será un buen día para
continuar con este relato.
Poco a poco se van develando los secretos de solo algunos de
los pergaminos dejados por Fray Leandro. La tinta está borrosa y hay que
utilizar técnicas informáticas para deducir lo que dice en cada línea. Conforme
vaya saliendo se irá relatando lo que se vaya encontrando.
Esta historia continuará…
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